LOS SANTOS LLEGARON DE LA CENTRAL
Ya son las siete de la mañana del 20 de diciembre, el día es frio, pero la claridad hace pensar que no es esa hora y que el sol ya se va a ocultar. Los estudiantes de sexto semestre de Petróleos de la Facultad de Ingeniería en Geología, Minas, Petróleos y Ambiental empiezan a llegar, llevan chompas, sobre sacos y sobre más sacos, todos muy abrigados por la inclemencia del clima.
Unos caminan para evitar el frio, otros prenden sus cigarrillos y los comparten como un gesto de compañerismo. Toman asiento en la plazoleta donde se encuentra la maqueta de una torre petrolera. “Vamos a pasar un momento de alegría junto a pequeñines grandes de corazón”, comenta Andrea Aguilar.
Francisco Cárdenas, un estudiante de Petróleos, de contextura delgada, cabello negro, con pómulos pequeños, llega con una chompa jean marca Levis con un cuello de lana de oveja como bromean sus compañeros.
Todos esperan la llegada del bus. Y mientras lo hacen el resto de estudiantes de la facultad van y vienen, entran y salen, suben y bajan, pero ellos impávidos esperan la llegada del bus que les llevará a su destino.
Marco Vargas el conductor del bus hace el ingreso por la puerta de la calle Jerónimo Leyton y hace sonar la bocina de su articulado que se complementa el sonido del motor y los gritos de los estudiantes. Francisco recoge su mochila, su cámara de fotos y se prepara para viajar y compartir un momento de alegría con los niños.
El viaje hacia Llano Chico empieza, después que todos los estudiantes ayudaron y colaboraron a subir los regalos de los pequeños al bus.
El automotor toma rápidamente la avenida occidental para dirigirse a su destino, la autopista cada vez empeora, se ven huecos en las calles producidos por la lluvia. En el ingreso a Llano Chico, la estela de polvo oculta la rápida vía por la que día a día transitan carros y personas y alguna que otra vez animales de los moradores del sector. Charcos de agua y lodo son constantes en estos momentos.
El automotor toma rápidamente la avenida occidental para dirigirse a su destino, la autopista cada vez empeora, se ven huecos en las calles producidos por la lluvia. En el ingreso a Llano Chico, la estela de polvo oculta la rápida vía por la que día a día transitan carros y personas y alguna que otra vez animales de los moradores del sector. Charcos de agua y lodo son constantes en estos momentos.
Rápidamente las profesoras reúnen a los pequeños, y los hacen formar, todos lucen sus galas navideñas que consisten en un gorro de Papá Noel y algunos niños lucen una larga barba pegada con cinta adhesiva.
Francisco recoge el sombrero de Micaela Báez una pequeñita ibarreña, de color carbón que al sonreír se pueden observar sus blancos dientes como copos de nieve. Ella es la elegida por Pancho para ser su ahijada en esta visita.
Micaela lleva un pantalón azul con una camiseta roja que dice amistad. Una amistad que empieza a forjar junto a Francisco. El la abraza y siente el calor de la pequeña que ha encontrado un amigo de la gran ciudad.
El sol ha aparecido por un momento y esta es la oportunidad que esperan los estudiantes para realizar su labor voluntaria. Los fondos provienen de los mismos estudiantes y de donaciones externas. Así también cuentan con el apoyo del decano de la facultad quien les ha colaborado durante estos cinco años con la adquisición de los presentes.
Los pequeños hacen una fila, agradable y más ordenada que las que realizan los militares en los ascensos de los oficiales. Micaela ocupa el séptimo lugar entre los niños, mientras los padres aplauden por la magnífica demostración de orden. Paso a paso las distancias entre Pancho y Mica se acortan.
Llega el gran momento Francisco recoge una muñeca Barbie de la funda de Jugueton. “toma es igual a ti”, comenta Pancho. La muñeca es tan bella, que los ojos azules y los cabellos dorados hacen que los ojos de Micaela se llenan de lágrimas, lagrimas que responden a los sentimientos de alegría e ilusión por tener un juguete nuevo para pasar las felices fiestas.
Juan Vasco, Profesor, explica que la iniciativa tiene alrededor de cinco años y que fue propuesta por los jóvenes para tener un vínculo más fuerte con la sociedad. “Tenemos el apoyo de las autoridades y gracias a ellos podemos continuar con esta tradición”, concluye el maestro.
Al terminar la entrega, los niños quedan felices con sus regalos. Ellos entregan a sus nuevos amigos dibujos y figuras de cartulina con sus nombres. Ellos por su parte, les abrazan y les prometen volver el año siguiente. Se estima que más alumnos se sumen a la causa para que más niños de bajos recursos de la zona de Llano Chico reciban regalos en la época navideña.
Los jóvenes suben al bus que les traerá devuelta a la realidad, una realidad triste para los pequeños que día a día sufren los estragos de la pobreza en el Ecuador. Pero sin antes devolver la mirada para ver a los chiquitos disfrutar de sus regalos, y ver las miradas de agradecimiento de los padres, por tener una navidad alegre.
Por: Boris Bolagay
Me agrada ver que los estudiantes de la universidad se vinculen con temas sociales y ayuden a las comunidades menos favorecidas
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