UNA GOTERITA DE AMOR
El gélido roció de un nublado amanecer poco a poco empieza a mostrar las desoladas calles de un barrio donde la ilusión de un mejor porvenir aparece con el cantar de los gallos.
A lo lejos en una gran casona que desentona el paisaje humilde de Llano Chico, se observa a una sencilla mujer que sin importarle el frío lucha contra una gran montaña de ropa, ejemplo de una mujer trabajadora, ella es Gabriela Mila, una verdadera luchadora de 33 años de edad, que diariamente trabaja en aquella casa para mantener a sus tres hijos. “No acostumbro a trabajar tan temprano, pero hoy es un día especial para mis hijos, ya que los chicos de la Central van hacer un agasajo en la guardería de ellos”, dice Gabriela mientras refregaba varios pares de medias a la vez.
Cuando el sol empieza a emitir su primera sensación de calor, la expresión de ansiedad en la cara de la sacrificada madre se da a relucir. “Chuta ya son las ocho, tengo que ir a levantar a mis guaguas”.
Media hora después al terminar de colgar la ropa limpia, presurosos nos dirigimos a su casa, el camino lleno de tierra se hacía más ameno gracias a la compañía de Titán, el perrito de Gabriela, “es juguetón y aunque come mucho es la alegría de mis hijos”. Al llegar a su casa un silencio repentino llegó a Gabriela y con recelo menciona “es una casa humilde y pobre pero muy cómoda”.
Mientras ponía música para despertar a sus dos hijos preparaba el desayuno, “disculpará joven pero es el recalentadito de ayer”.
Media hora después al terminar de colgar la ropa limpia, presurosos nos dirigimos a su casa, el camino lleno de tierra se hacía más ameno gracias a la compañía de Titán, el perrito de Gabriela, “es juguetón y aunque come mucho es la alegría de mis hijos”. Al llegar a su casa un silencio repentino llegó a Gabriela y con recelo menciona “es una casa humilde y pobre pero muy cómoda”.
Mientras ponía música para despertar a sus dos hijos preparaba el desayuno, “disculpará joven pero es el recalentadito de ayer”.
Camino, lugar donde cuidaban a los pequeños Mila, los niños coreaban sin parar “en mi burrito sabanero voy camino a Belén”.
Al llegar a la modesta institución, se podía notar la ilusión por todos los niños presentes y la gran alegría al ver llegar a los jóvenes voluntarios que pertenecen a la Facultad De Ingeniería en Geología, Minas, Petróleos y Ambiental, (FIGEMPA).
Un gran ¡Jo! ¡Jo! ¡Jo! Hizo gritar a todos los pequeños. Era un “Papa Noel” que ponía a soñar a los inocentes niños que deseaban abrasarlo y darle la mano.
Un gran ¡Jo! ¡Jo! ¡Jo! Hizo gritar a todos los pequeños. Era un “Papa Noel” que ponía a soñar a los inocentes niños que deseaban abrasarlo y darle la mano.
Después de juegos, y distintas actividades llegó la hora más anhelada por todos en especial por Nixon que fue el niño que más premios ganó en los concursos, es así que uno por uno fueron entregando los regalos los jóvenes voluntarios de la FIGEMPA.
Mayra, hermana de Nixon no se quedo atrás, ya que bailó y no dejó de abrazar a “Papa Noel”, “es de familia la alegría”, dijo Gabriela. Mayra y Nixon después de recibir su regalo fueron corriendo a abrazar a su madre y la niña en un gesto noble dijo a su madre “mamita voy a coger otro regalo para cuando mi hermana sea más grande y tú ya no tengas que lavar tanta ropa”. Gabriela con un fuerte abrazo a sus tres hijos “los amo con mi vida” les repetía.
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